El proyecto CUCO lo formamos Jose Angel EA5HIR y Agustín EA5I respaldados por un gran grupo de radioaficionados. Empezamos buscando la excusa para reunirnos los fines de semana y pasar un tiempo en torno a la radio con actividades al aire libre. Ahora ese grupo de amigos se ha multiplicado y desde cualquier punto de España y el mundo se puede formar parte de el. El Cuco es la típica construcción agrícola que antaño encontrábamos en los viñedos de La Mancha, sirviendo de refugio y hogar durante las jornadas de trabajo. Actualmente hay algunos en la Manchuela Albaceteña, recordando la dureza de la naturaleza y la fragilidad del hombre que busca protegerse. En la frontera entre Madrigueras y Motilleja, donde desarrollamos muchas de nuestras actividades, se encuentra un Cuco que nos recuerda el ingenio y la humildad de nuestros predecesores. De ellos aprendemos y hacemos bandera.

Hemos cumplido nueve años y esperamos que sean muchos más. Un camino que comenzó en busca de compartir experiencias, buenos momentos con nuestros amigos y siempre con la radio como punto de partida y que no nos ha defraudado en absoluto. Ahora somos más, algunos con la experiencia de habernos conocido físicamente en alguna de las actividades y muchísimos, todavía, a la espera de ese momento. En nuestro hobby no hay distancias o mejor dicho nuestro objetivo cuando encendemos el equipo es que no las haya. Eso solo lo entendemos los radioaficionados y nosotros lo hemos conseguido. El CUCO Team lo formamos ahora más de 100 entusiastas de todos los rincones de España y de 28 países que nos siguen a través del Blog diariamente. Nos llaman, nos escriben, nos dan ideas, nos preguntan, nos corrigen y sobre todo nos animan a seguir y crecer. El CUCO es una experiencia entorno a la técnica, la naturaleza y la amistad, así lo resumiría después de este tiempo.


miércoles, 10 de febrero de 2016

El maestro, el farmacéutico, el cura, el alcalde...

Si te dispones a leer esta entrada desde tu residencia en una ciudad, capital o pueblo grande, uno de los mas de 8.100 que tiene nuestro país, posiblemente te cueste entender el 100% de lo que pretendo transmitir en estas lineas, al menos lo mas profundo. A continuación voy a contar una experiencia personal que llevada a la orilla de nuestra querida afición por la radio, no dejará de ser una humilde opinión que espero sea compartida en su esencia por los seguidores del blog.

Por cuestiones de trabajo, hace unos días y en medio de este episodio de clima extremo que estamos pasando en la Península, visité uno de esos pequeños pueblecitos de la Sierra de Cuenca que parecen casi perdidos entre la sorprendente naturaleza de esa provincia vecina y que tanto admiro. Mi labor profesional me regala día a día viajes por las carreteras mas bonitas de Castilla La Mancha en busca de imágenes que mostrar a los televidentes, un regalo que nunca agradeceré bastante y aunque no siempre son con motivo de buenas y agradables noticias, no dejan de emocionarme y sorprenderme. Ahora y mientras escribo, por la ventana de mi casa veo la vega del Río Júcar, justo al final de la frontera de la llamada Manchuela Albaceteña y que limita con el Río Cabriel por el extremo contrario. Con buena temperatura, wifi y teléfono fijo, buenas carreteras que en 20 minutos me sitúan en el centro de Albacete y con núcleos urbanos a 6 y 14 KM, estación de AVE, etc, al poco de venir a vivir aquí, una nevada en el mes de marzo nos dejó "aislados" 48 horas, al menos en cuanto a la posibilidad de circular libremente con nuestros vehículos. Mera anécdota sin duda, pero que estos días he recordado. Y me ha venido a la memoria cuando por trabajo me desplacé a Las Majadas a dar la noticia de la primera nevada de este 2016 tan extraño y cálido. La sensación de no tener la libertad de desplazamiento, el saber que nadie llegará por los cauces habituales y que de nada sirve intentar salir a la carretera es, cuando menos, rara. Se que la proporción de mi experiencia es ínfima comparada con pueblos de alta montaña o acostumbrados a permanecer en aislamiento climático invierno tras invierno. Sin embargo, aquí, en la Manchuela antes también nevaba mucho y las carreteras eran caminos, no había teléfono o se cortaba con lo fenómenos adversos. Ahora disponemos de helicóptero medicalizado 24H en Castilla La Mancha, con base muy cerca de mi qth y al que veo en sus misiones de atención rápida a través de esta misma ventana. Los tiempos, afortunadamente han cambiado, pero la sensación cuando llegué a ese pequeño pueblecito de Cuenca fueron las mismas. No es raro que al desplazarnos a algún lugar lejano para dar la noticia, a veces, participamos tanto en ella que también quedamos aislados, con el vehículo siendo remolcado por el tractor de turno o incluso "abandonado a su suerte" hasta contar con la ayuda de los lugareños. En este último viaje a la nieve y con un caldo reparador entre las manos, preparado por el único cocinero torero que conozco, surgió la conversación en torno a esa audaz supervivencia obligada a los que viven en lugares apartados y que deben a las asistencias del quitanieves el volver a estar comunicados con el mundo civilizado.








Me sorprendió que entre los tejados no encontrara ninguna antena de radio, tan solo una de banda privada para algún servicio oficial y que obviamente no se utilizaba hace mucho tiempo, solo bastaba comprobar que había perdido su verticalidad y parte del recubrimiento de fibra. Les mostré a los comensales mi walki de viaje, un THF7, tratando de meterlos en la cuestión. ¿Es posible que un pueblo tan bonito y tan distante de cualquier carretera principal, situado en un valle blanco impoluto, habituado a condiciones climáticas duras, no tuviese entre sus vecinos a un radioaficionado? El Sr. Alcalde cumple su función, igualmente el farmacéutico, ni que decir del maestro rural (aunque esa figura ya no existe en la misma forma romántica que antaño) y por supuesto la paz espiritual la gestiona el parroco. ¡En 10 minutos todos estaban convencidos, el radioaficionado local es necesario! Y, ¿por que?


No les hablé de lo que siempre decimos, esa cuestión que todos hemos conocido del radioaficionado que gestionó la llegada de medicamentos, ni siquiera del caso extremo de la falta de comunicaciones digitales con la caída de los sistemas, etc. A la primera cuestión me habrían dicho que el Gigante 01 (helicóptero del sistema sanitario regional) se planta allí en un pis pas. A la segunda que para eso está la UME o los servicios de la Diputación y mientras tienen las orzas llenas con la matanza preparada... fue mucho mas fácil y sencillo. El argumento no fue otro que el estar conectados con sus vecinos, con los pueblos cercanos, los valles próximos o incluso con Cuenca, la Capital. Conectados con los coches de los ganaderos que suben a controlar a las reses, con los del reparto de la mensajería, incluso con los conductores de las quitanieves de la zona (en vhf próxima a 145), con el gasolinero de Villalva de La Sierra o con el hostelero del bar de comidas de Poyatos. Estar conectados y con posibilidad de hablar o simplemente saludar a sus vecinos. Poder preguntar sobre el estado del camino vecinal, si hay hielo o echaron sal anoche, preguntar si han visto una furgoneta blanca merodeando los corrales (porque faltan los tubos de riego o los cables del motor del agua) y mil ejemplos... Alguien me habló de las cacerías del zorro, ¿como no? y en ese momento supe que los tenía en mi mano. Les hablé del estado de la CB en la actualidad, de la posibilidad de poner esos equipos sin necesidad de trámites ni gastos y cambiaron las caras. Desde ese momento mi discurso se convirtió en dialogo a varias bandas, con anécdotas cruzando la sala, en todas direcciones. ¡Que maravilla! Siiii, hace falta uno o diez radioaficionados en Las Majadas y en cada uno de los 8116 municipios que tiene España. Salgamos de nuestro cuarto de radio, seamos visibles, mostremos nuestro mundo y enseñemos como entrar en el.

Somos un colectivo que tiende al aislamiento del cuarto de radio y salvo excepciones, insuficientes a todas luces, no aprovechamos todas las posibilidades a nuestra alcance para darnos a conocer. En la historia de la radioafición en España, hubo una época en la que el caballero radioaficionado tenía una labor y un lugar en la sociedad. Se implicaba por norma en todos los adelantos técnicos de la época y colaboraba activamente en su desarrollo, siendo recompensado públicamente y visto como ciudadano ejemplar de virtudes casi inalcanzables. No digo que tengamos que volver a llevar sombrero y gabán, pero si debemos luchar, cada uno en su ámbito, para reivindicar nuestro lugar ganado a pulso. Yo me siento orgulloso.

Una reflexión en medio de la galerna que nos azota estos días. 73 y buena radio a tod@s.
EA5GSY

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