El proyecto CUCO lo formamos Jose Angel EA5HIR y Agustín EA5I respaldados por un gran grupo de radioaficionados. Empezamos buscando la excusa para reunirnos los fines de semana y pasar un tiempo en torno a la radio con actividades al aire libre. Ahora ese grupo de amigos se ha multiplicado y desde cualquier punto de España y el mundo se puede formar parte de el. El Cuco es la típica construcción agrícola que antaño encontrábamos en los viñedos de La Mancha, sirviendo de refugio y hogar durante las jornadas de trabajo. Actualmente hay algunos en la Manchuela Albaceteña, recordando la dureza de la naturaleza y la fragilidad del hombre que busca protegerse. En la frontera entre Madrigueras y Motilleja, donde desarrollamos muchas de nuestras actividades, se encuentra un Cuco que nos recuerda el ingenio y la humildad de nuestros predecesores. De ellos aprendemos y hacemos bandera.

Hemos cumplido nueve años y esperamos que sean muchos más. Un camino que comenzó en busca de compartir experiencias, buenos momentos con nuestros amigos y siempre con la radio como punto de partida y que no nos ha defraudado en absoluto. Ahora somos más, algunos con la experiencia de habernos conocido físicamente en alguna de las actividades y muchísimos, todavía, a la espera de ese momento. En nuestro hobby no hay distancias o mejor dicho nuestro objetivo cuando encendemos el equipo es que no las haya. Eso solo lo entendemos los radioaficionados y nosotros lo hemos conseguido. El CUCO Team lo formamos ahora más de 100 entusiastas de todos los rincones de España y de 28 países que nos siguen a través del Blog diariamente. Nos llaman, nos escriben, nos dan ideas, nos preguntan, nos corrigen y sobre todo nos animan a seguir y crecer. El CUCO es una experiencia entorno a la técnica, la naturaleza y la amistad, así lo resumiría después de este tiempo.


domingo, 4 de enero de 2015

Buen año nuevo para tod@s...

...es el deseo del Cuco Team para todos los lectores y amigos. Comenzamos una nueva etapa que esperamos cumpla con las espectativas que nos hemos marcado, que son muchas y llenas de pequeños retos. Un año no es mucho en el continuo transcurrir de una vida, sin embargo en el relativo poco tiempo del Proyecto Cuco estamos abandonando una hipotética juventud para adentrarnos en la etapa adulta. ¡Vaya comedura de coco! Todo esto es para decir que estamos a unos meses de cumplir 4 años, que seguimos con la misma ilusión y ganas de ayudar a los radioaficionados en sus proyectos y sueños, que nos vamos a consolidar como una alternativa a las comunicaciones profesionales dando soluciones imaginativas y de calidad, que seguimos despertando en los mas jóvenes la curiosidad por nuestro mundo de la radio, que ya no tenemos fronteras y actualmente el 68% de nuestros lectores lo hacen desde otros países (incluso China, donde estábamos bloqueados), que hemos puesto una de nuestras antenas en la estratosfera y a su vuelta sigue funcionando...

El 2014 ha sido un buen año, sin duda, para los Cucos y la cochera (garaje) ha dado muy buenos ratos, a pesar de habérsenos acabado el pacharán que nos trajimos de Bilbao. Trabajar a las bajas temperaturas que acostumbra La Manchuela Albaceteña hace necesario contar con un buen anticongelante y a falta de pacharán tenemos carajillo quemado, sin alcohol apenas y calentito. Comenzamos el 2015 con el termómetro marcando -8ºC y casi el mismo día nos dicen que una de las Bazooka Cuco necesita una rápida intervención de taller. El equipo de emergencias se puso en marcha para asistir a la herida y restablecer en lo posible sus constantes vitales. Ante un nuevo año cargado de buena propagación y comunicados sorprendentes, es vital acortar al máximo su paso por rehabilitación y darle el alta para el disfrute sin fin de su dueño. Una vez reconocida y subida a su pedestal, es necesario hacer un recordatorio por este medio:

           El gran árbol y el flexible junco se habían visto nacer el uno al otro. Desde que germinaron sus respectivas semillas en la loma de aquella colina extraordinariamente yerma (completamente yerma se podría decir si no fuese por aquel incipiente árbol y aquel joven junco) no habían gozado de más compañía que la que podían proporcionarse el uno al otro, y la ocasional visita de algún ave migratoria cansada y despistada. Dirán los doctos y documentados que es realmente extraordinario encontrar un junco así, sólo y aislado; bien, es posible; yo no soy docto ni documentado y me limito a trasmitir la historia tal cual me la contaron. Nunca se me ocurrió fijarme en ese dato, de igual manera que nunca cuestioné que pudiera existir la amistad entre un árbol y un junco. Porque eso es lo que me contaron que ocurrió, que juntos soportaron granizos y tormentas, mañanas de sol abrasadoras, heladas y aguaceros; y que todo eso les hizo amigos. Amigos; con toda la fuerza que arrastra la palabra amigos.
El único punto que les distanciaba, era cuando se enzarzaban en eternas discusiones sobre si era más adecuada la táctica de uno o de otro para enfrentarse a los fuertes vientos que, con frecuencia, asolaban su triste colina. Paradójicamente firme en sus convicciones, el junco defendía la necesidad de plegarse ante el viento, de dejarle pasar, de tumbarse si era necesario. Por el contrario, el árbol se empeñaba en que no habría nunca viento que pudiera con sus sólidas raíces, y proclamaba orgulloso ante el junco y ante las aves que a veces acudían divertidas a escucharle, que prefería morir de pie que vivir siempre arrodillado (Él defendía la autoría de esa frase, aunque una insistente garza africana le rebatía insistente afirmando haberla leído en camisetas y posters de seres humanos).
Cuando discutían por aquellas cuestiones, el árbol solía llamar al junco ramita escuálida, a lo que el junco acostumbraba a responder llamándole “alcornoque”. Las hostilidades podían entonces enconarse, hasta llegar al punto de dejar de hablarse días enteros.
En la tercera noche desde que empezara uno de esos periodos de amargo desencuentro, sopló un viento descomunal, como nunca ninguno de los dos había visto. El junco bailó al son del vendaval, plegándose a sus exigencias. El árbol, apretando firmes sus ramas y sus raíces, se encaró contra aquella furia desbocada. Se hizo la oscuridad, ocultando a cada uno la lucha del otro.
A la mañana siguiente el junco se alzó sacudido y conmocionado pero vivo, sólo para descubrir a su lado un gran agujero negro, justo en donde antes el árbol aposentaba sus raíces. Más lejos, al pie de la colina, contempló el tronco tendido y mutilado del árbol.
Sois libres de pensar que esta es la historia de siempre, con la acostumbrada moraleja de ser flexible como el junco y adaptarse a los vientos. Yo también lo pensaría si no fuese porque yo sé que el junco deseó no haber tenido razón, que ni por un instante sintió el orgullo de que se hubiesen demostrado sus teorías, que sólo sintió una inmensa pena cuando vio el nudoso cuerpo de su amigo en el suelo, que se adueño de él la sensación de soledad más absoluta que se pueda sentir, y que, desde ese momento, suplica para que vuelva a alzarse un fuerte viento que lo lleve al lado del único amigo que conoció. En realidad, el junco no acabó nunca arrancado por un golpe de viento, sino que pereció aplastado, víctima de las innumerables patas de un rebaño trashumante a su paso por la solitaria colina. Hay quien dice que al árbol nunca le habría pasado esto.
Os preguntaréis entonces dónde está la moraleja de esta historia. No lo sé, buscadla vosotros mismos, porque yo la desconozco. Puede que no oculte ninguna enseñanza, o tal vez, puede que oculte muchas. En realidad, a mí nunca me gustaron las historias con moraleja. 
Fuente: http://www.ocurre-bitacora.com/?p=127

Recomendación sobre instalación de dipolos; dejemos cierto margen, no es necesario tensar.



Esta es la consecuencia de tensar las ramas del dipolo, contracciones/dilataciones por frío y calor mas viento. Dejemos holgura, seamos junco...

Buen 2015 y mucha radio, 73

    

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